Cuántas veces nos preguntamos cuál es el secreto del éxito. Yo creo no equivocarme en resumirlo en la siguiente palabra: PERSEVERANCIA. La impaciencia nos lleva a abandonar la lucha antes de tiempo y, de esta forma, en reiteradas oportunidades, la inconstancia hace abortar nuestros mejores sueños; no logramos ver con claridad. La visión es nublada por la falta de persistencia.
Se cuenta que Sir Edmund Hillary intentó, varias veces, sin éxito, escalar el Monte Everest, hasta que finalmente lo logró. Pero hay un hecho interesante ocurrido en uno de esos tantos intentos fallidos: luego de no lograr su deseo, Hillary permaneció parado al pie de la gran montaña y, sacudiendo su puño hacia ella, dijo: «¡Te venceré! Porque tú no puedes ser más grande de lo que eres, pero yo todavía estoy creciendo». Continuó, siguió intentando, persistió, hasta que un día lo logró.
El mayor enemigo de lo mejor no es lo peor, sino lo bueno. Lo bueno nos lleva a conformarnos con algo que no es lo que realmente soñamos, pero que, dentro de todo, no es tan malo. Nos contentamos con lo que tenemos hoy a mano, como dice el refrán: «Más vale pájaro en mano, que cien, volando». Si bien esto generalmente se aplica a la importancia de no dejar escapar las oportunidades, también, podemos aplicarlo a aquellos que se contentan con lo que tienen en mano y no se arriesgan por más.
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Fuente | perspectivasur.com
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