Que te conceda lo que tu corazón desea; que haga que se cumplan todos tus planes (Salmo 20: 4).
Douglas Corrigan albergaba el profundo deseo de tener su propio avión. Después de una larga lucha, finalmente, en la década de 1930, su sueño se convirtió en realidad. Compró un avión, que en realidad solamente era un montón de chatarra, pero era lo más que Corrigan podía pagar. En respuesta a las burlas de sus amigos, les dijo que en menos de lo que cantaba un gallo convertiría aquel cúmulo de hierrajos en una máquina voladora.
Mientras arreglaba el avión, Corrigan seguía soñando con la idea de volar solo a través del océano Atlántico, para repetir la hazaña de su ídolo Charles Lindberg. Cuando le decían que no sabía pilotar un avión, contestó haciéndose mecánico de aviación y aprendió a volar por cuenta propia. En 1927 obtuvo la licencia de piloto de aviación recreativa y, tres años después, la licencia de piloto de transportes de carga. Finalmente, después de una larga lucha para obtener el permiso del gobierno, se le autorizó hacer solo el vuelo de 3,000 millas de Los Ángeles a Nueva York, pero no más.
Milagrosamente, el montón de chatarra voladora llegó a Nueva York después de doce horas de vuelo. Cuando los trabajadores del aeropuerto vieron descender la humeante y crujiente máquina huyeron despavoridos para salvar sus vidas. Algunos de ellos amenazaron con renunciar a su trabajo y abandonar la ciudad si se permitía a aquel esperpento despegar de nuevo. De todos modos, dos días después se le concedió el permiso para despegar e iniciar el vuelo que se convertiría en uno de los más grandes misterios de la historia de la aviación.
Los cristianos tienen que ser prudentes y sensatos. Sus deseos han de estar atemperados por la modestia y la humildad. Pero también deben tener esperanzas, sueños, deseos, planes y grandes proyectos. En lo que se refiere a la superación personal es preciso que alcancen el máximo de sus posibilidades.
¡Fíjate metas elevadas! Dios puede satisfacer los deseos de tu corazón y hacer que se realicen tus planes. Tómale la palabra a Dios. Siempre cumple sus promesas. Intenta grandes cosas y, con su ayuda, realizarás grandes proezas.
Vía | myayo.com/
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