La vida es demasiado corta como para NO perseguir nuestros sueños. Algún día tu vida estará próxima a su fin y lo único que podrás hacer es mirar tus recuerdos. Podrás recordarlos con alegría o con pesar. Aquellos que sueñan, que se fijan metas y que actúan de acuerdo a ellas para hacerlas realidad, son aquellos que viven vidas placenteras y que tienen una sensación de paz cuando se aproxima el final de sus días. Ellos están satisfechos con lo que han alcanzado para ellos y para su familia.

Jim Rohn

Phelps: El secreto del éxito

martes, 5 de febrero de 2013


Michael Phelps está en New Orleans. El nadador de Baltimore asistirá esta madrugada a la disputa de la XLVII Superbowl entre San Francisco 49ers y Baltimore Ravens, donde milita su ídolo Ray Lewis. Anecdótico para el lector, no lo es para Phelps, quien disfrutará de otra juerga en una juventud que comenzó a disfrutar el pasado mes de agosto a la edad de 27 -año sabático con pipa de agua aparte-, dejando atrás más de tres lustros de entrenamientos diarios a las órdenes de Bob Bowman. Ya avisó en los JJOO de Londres: "Es hora de hacer otra cosa con mi vida más que pasar cuatro horas al día en una piscina". Para el recuerdo quedarán sus 22 medallas olímpicas y la transformación de un deporte que ha vivido su época dorada en la primera década del nuevo siglo, la natación.


NACE Y SE HACE


La serie ‘World Strongest Swimmers' dedicó uno de sus capítulos a Michael Phelps, titulado ‘Miracle Body'. En él, su sempiterno entrenador Bob Bowman repasa los inicios del ‘Tiburón' en el North Baltimore Aquatic Club, el mismo centro que diseña programas de entrenamiento a los lugareños aspirantes a entrar en el cuerpo de marines ‘Navy Seal', la misma piscina a la que sus hermanas le arrojaron cuando tenía 7 años para como remedio para su trastorno hiperactivo.


Desde los 12 años, Bowman moldeó a Phelps para ser imbatible en la resistencia física. Sus sesiones de práctica no se basaban en nadar hasta vomitar o marcar un tiempo, sino en ejercicios específicos para ensanchar su capacidad pulmonar, agrandar sus brazos y piernas, ganar envergadura e ir perfeccionando la técnica, especialmente la patada y su capacidad para sumergirse más que nadie y evitar la resistencia de las olas. La progresión fue tal que con 15 años se ganó una plaza en el equipo olímpico que fue a Sidney 2000 y uno más tarde, en los Mundiales de Natación de Fukuoka, ya era el mejor mariposista del mundo.

Además de la figura de Bowman, el éxito de Phelps no se explica sin la ayuda de Speedo. La marca de bañadores rompió el tradicional puente club-universidad al ofrecer un contrato profesional para que Michael se dedicase en exclusiva a la natación. El hecho de convertirse en ‘pro' es una de las claves de su legado, permitiendo así que nadadores destacados de generaciones futuras puedan sacarle mayor rentabilidad a su condición de deportistas.

Pero, si el nadador perfecto se hace a base de entrenamientos como los diseñados por Bowman y condiciones idílicas como las propuestas por Speedo; el competidor ideal nace. Ahí está el secreto de Michael Phelps, su capacidad mental para levantarse cada mañana y meterse cientos de abdominales entre pecho y espalda, para tirarse al agua con un cinturón de ocho kilos en la cintura, para soportar a la misma persona a diario, para ignorar la llamada de su joven espíritu... "No recuerdo el último día que no entrené", llegó a pronunciar.

Esa fortaleza mental le permitió competir al máximo nivel en cuatro JJOO, una hazaña inusual en un deporte como la natación, bien por la erosión física o por la tendencia a rentabilizar económicamente los éxitos conseguidos, caso de Ian Thorpe o de Mark Spitz, quien a los 22 años se colgó siete medallas de oro en Múnich 72' y no volvió a zambullirse en la alta competición.

LAS CARRERAS DEL SIGLO


Precisamente, la hazaña de Spitz fue una de las metas que Phelps se propuso superar. El de Baltimore llegó a su segunda participación olímpica con posibilidades de hacerlo, pero se quedó en seis oros y dos bronces. Curiosamente, su coach le había recomendado probar en 200 espalda, pero Michael estaba deseoso de competir contra la generación que le había inspirado: Thorpe, Van den Hoogenband, Hackett, Keller... Así, disputó la llamada Carrera del Siglo contra sus ídolos, colgándose un bronce.


Cuatro años más tarde, en el espectacular Cubo de Agua de Pekín, Michael Phelps se convirtió en el único deportista en conquistar ocho medallas de oro en unos mismos JJOO. Apenas una milésima le separó de ‘quedarse' en la hazaña de Spitz o firmar una actuación de leyenda. Aquel tardío impulso en la final de 100 mariposa fue la primera vez que la natación provocaba paros cardiacos a una audiencia entregada. Cavic, siempre te agradeceremos que no ejecutaras una última brazada.

En la videoteca también hay un lugar reservado para la final del 4x100 libres de aquellos JJOO y la posta final de Jason Lezak, tumbando al gigante galo Alain Bernard.

El hambre de éxito desapareció tras la cita asiática. Entonces, Phelps comenzó a disfrutar de un año sabático lejos del agua hasta que un día telefoneó a Bowman para comunicarle que quería nadar en Londres 2012. Y así fue. Llegó con una preparación un 20% inferior a la de Pekín, según su técnico, pero aún así se colgó 6 medallas, cuatro de oro.



Si los Ravens ganan la Superbowl, quizás despierten en Michael un sentimiento de anhelo por competir, por volver a ganar. O quizás no, quizás simplemente le sirva de excusa para festejar hasta el próximo Mardi Grass, ahora que puede. Juventud, divino tesoro...

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Vía | plazadeportiva.com

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